Las olas rompiendo contra los escollos, la luz corriendo entre tu cabello...
Tu recuerdo me tortura mientras mi corazón llora, perdido en tus ojos, unos ojos que ya no pueden ver… La noche es testigo de mis lágrimas, de mi mente torturada.
Cuando tú estabas aquí, las estrellas nos sonreían y la marea nos acompañaba mientras corríamos entre las olas; nuestros corazones latían al unísono mientras reíamos como idiotas, enamorados como nunca, felices como nunca, niños y adultos a la vez…
Pierdo el rumbo mientras miro el cielo, que, limpio de estrellas, parece llorar conmigo tu pérdida.
¿Cómo puedo seguir, si tú ya no estás conmigo?
Mis pasos inconscientes me llevan a través de la arena hasta el faro, donde pasamos tantos días, tantas noches… La luz vela tu ausencia, y tengo ganas de gritar, de gritarle al mundo cuánto te amé, cuánto te amo y cuánto te amaré.
Puedo ver todos los momentos que hemos pasado juntos, cruzan ante mis ojos, traviesos, sin pedir permiso.
Me siento en el borde de la barandilla, cansada, cansada de llorar, de echarte de menos… Cansada de vivir, de vivir una vida que no puedo compartir conmigo.
Echo los brazos al cielo y le grito a la noche, con una voz perturbada por el dolor:
-¡¡¡¡Sin ti no soy nada!!!!
Tu recuerdo me tortura mientras mi corazón llora, perdido en tus ojos, unos ojos que ya no pueden ver… La noche es testigo de mis lágrimas, de mi mente torturada.
Cuando tú estabas aquí, las estrellas nos sonreían y la marea nos acompañaba mientras corríamos entre las olas; nuestros corazones latían al unísono mientras reíamos como idiotas, enamorados como nunca, felices como nunca, niños y adultos a la vez…
Pierdo el rumbo mientras miro el cielo, que, limpio de estrellas, parece llorar conmigo tu pérdida.
¿Cómo puedo seguir, si tú ya no estás conmigo?
Mis pasos inconscientes me llevan a través de la arena hasta el faro, donde pasamos tantos días, tantas noches… La luz vela tu ausencia, y tengo ganas de gritar, de gritarle al mundo cuánto te amé, cuánto te amo y cuánto te amaré.
Puedo ver todos los momentos que hemos pasado juntos, cruzan ante mis ojos, traviesos, sin pedir permiso.
Me siento en el borde de la barandilla, cansada, cansada de llorar, de echarte de menos… Cansada de vivir, de vivir una vida que no puedo compartir conmigo.
Echo los brazos al cielo y le grito a la noche, con una voz perturbada por el dolor:
-¡¡¡¡Sin ti no soy nada!!!!