Ella se acerca cuando estoy agotado, respira mi aire, rasguña mi piel. Ella me molesta, me tienta.
Tiene los ojos más brillantes, y me hipnotiza, me captura. Cuando la necesito, se aleja. Cuando la amo, me destruye. Cuando la odio, me seduce.
No me libera, le pertenezco. Lo dice y ríe, y tiene una risa bella, me llena de luz.
La amo, la detesto.
Es caprichosa, no hay quién la controle. Me hace daño, mucho daño. Pero siempre se acerca de nuevo, con una sonrisa traviesa en los labios y dime, ¿quién podría negarle algo a esa mirada?
Me pierdo cuando no la tengo. Extraño sus suspiros, su cabeza sobre mi pecho a medianoche. Nuestros latidos acompasados, nuestros jadeos ahogados. Nuestras peleas, nuestros gritos, nuestros llantos.
La amo, la detesto.