Ebrios por la alegría que les producía el estar juntos - qué delicioso licor, el amor -, perdieron la noción del tiempo mientras caminaban por la orilla, aliviando el calor de ese verano gracias a las olas que, traviesas, jugueteaban con los dedos de sus pies. Los chistes malos y las carcajadas teñían el ambiente, procurando ocultar una mal disimulada timidez que por alguna razón inexplicable, les impedía hablar sin tropezarse.
Pasados los minutos, se acomodaron en la arena sobre una toalla, charlando, tranquilamente, hasta que a la cabeza del muchacho le llegó una idea.
-¿Y si te tiro al agua? - le susurró malvadamente.
Ella, divertida por que su compañero se comportara como un chiquillo, fingió escandalizarse.
-¿Acaso estás loco de remate? - se llevó una mano a la frente para añadirle dramatismo - ¿Es que no ves que estoy vestida?
Él no necesitó responder. Simplemente la abrazó con todas sus fuerzas y, sin importarle que ambos llevaran, en efecto, la ropa puesta, la arrastró consigo hacia el interior del mar.
Los grititos sorprendidos de ella y las risas de él formaban la más dulce melodía que podría escucharse jamás.
Pronto, el aire se sacudió de felicidad atrapada en juegos absurdos, en salpicaduras de ternura que terminó por dejarlos exhaustos, y fundidos en un abrazo repleto de ternura.
Sonrientes como idiotas, se dejaron caer en la arena, donde ella se quedó profundamente dormida con asombrosa rapidez, acunada por sus brazos. Su acompañante no tardó en seguirla a las profundidades del sueño.
El atardecer sorprendió al muchacho al abrir los ojos. No pudo evitar esbozar una sonrisa al darse cuenta de que ella seguía ahí, con la cabeza sobre su pecho, que no era una quimera.
Observándola dormir, se sintió morir de amor.
La despertó con suavidad - no sin lamentarlo - y, en silencio, mientras el único sonido eran las olas rompiendo rítmicamente contra la arena una y otra vez, le señaló el cielo, donde el sol rápidamente se escondía en las profundidades del horizonte.
Se desprendieron del sueño con un último baño, mientras el día se volvía noche, mientras los minutos se escapaban con velocidad, acompañados sólo por el golpeteo que producía el oleaje. Abrazados, estáticos, guardaron silencio para ver si, así, ese perfecto momento se volvía eterno.
Qué tiernoooooooooooooooooo *----*
ResponderEliminar¡Gracias! :)
EliminarMe gusta muchísimo esta entrada por la sensibilidad y la ternura que transmiten, me gusta mucho cuando dices: "observándola dormir, se sintió morir de amor." y es que es una sensación maravillosa aunque pueda parecer un hecho insignificante para muchas personas...pero a mi me encanta!
ResponderEliminarEspero que no te moleste tanto comentario jejeje pero no se, a mi me gusta que lo hagan, saber que a la gente le gusta :)
Un saludo!
¡Me alegro mucho de que te sigas pasando, y que te guste lo que lees!
EliminarA mi me parece también maravillosa, me alegro de que lo sientas tú también, y no, para nada me molesta que me comentes, es más, me encanta a mi también que lo hagas jaja :)
Un abrazo enorme!
Entonces seguiré comentándote ;) te he dejado bastantes comentarios ahora, tenía un rato libre y estoy leyendo todo lo que puedo jeje. Y por cierto, te diré una cosa, no me uno ni leo blogs que no me gustan, si leo lo que escribes es porque creo que merece la pena, de lo contrario no lo haría, te lo aseguro, así que con tu permiso me seguiré pasando siempre que pueda, como ves intento seguirte cada vez que publicas algo nuevo ;) y se que los comentarios te alegrarán porque..¿a quién no? jeje :)
Eliminar¡Saludos!
Excelente transmisión de sentimientos al papel.
ResponderEliminar¡Felicitaciones!
¡Me alegro mucho!
EliminarMuchísimas gracias por tomarte el tiempo de leerme :)